Soria: La CapitalCon los poetas. Románico, El Duero, Fiestas... Datos prácticosLa ruta que proponemos es una invitación a callejear por la ciudad de los poetas. En escasas 4 horas recorrerá los paseos, plazas, callejuelas y rincones, que enamoraron a poetas como Bécquer, Machado, Gerardo Diego,. A los más remolones les sugerimos realizar el trayecto 1 - 15 a pie, desplazarse en vehículo hasta el Paseo de San Prudencio P, estacionarlo y dejarse envolver por la ruta poética por excelencia 18-20. Más allá de itinerarios y círculos marcados en el plano, la bien y muy cantada le invitará al ejercicio hermoso de callejearla. Recorra el Mercado, saboree los paseos, la serenidad o el ajetreo, el tiempo antiestrés. Disfrute de los cafés de la Zapatería. Los soportales de El Collado, el cañeo. La hora del vermú es sagrada. Lo cuentan cada día la plaza de Herradores, los dos Tubos (el estrecho y el ancho), la plaza Mayor, la Dehesa, las tascas de barrio. La noche le brindará otras rutas: locales camaleónicos de vino y pincho transformados en bares de copas, cafés y pubs en la Rota de Calatañazor. Si decide deleitarse con la cocina soriana, interrumpa su camino por un breve espacio, adéntrese en uno de los muchos restaurantes que encontrará en el itinerario y reserve su mesa.
1.- San Juan de Rabanera: no le defraudará Soria la Románica con esta obertura de Monumento Nacional. Tómese tiempo para el ábside y la hermosa portada. Las estatuas de la Diputación vigilan la exploración. Son sorianos ilustres que la ciudad esculpió en bronce y memoria. 2 y 3.-Alameda de Cervantes: si habla con alguien sobre esa mancha verde en el centro de su plano, llámela la Dehesa. Así es como se conoce este pulmón de una ciudad bien oxigenada, que concentra más de ochenta árboles y arbustos autóctonos y exóticos. La ermita de la Soledad alberga al Cristo del Humilladero, talla del XVI atribuida a Juan de Juni. Junto a ella, un castaño de flor rosada ocupa el espacio que tuviera el Árbol de la Música. El quiosco vegetal por el que subía la Banda de Música murió de grafiosis, y ahora la ciudad espera ensanchar la memoria de un olmo repartido en pedazos, llaveros y nostalgia. Atraviese los paseos, los jardines, la Rosaleda, el Alto... 4.-Museo Numantino: visita inexcusable tras el Yacimiento, a siete kilómetros de la ciudad, ofrece un minuciosa visión de las etapas que ha vivido la provincia: desde los hallazgos paleolíticos de Ambrona hasta la época moderna, dedicando gran parte de sus esfuerzos a las ciudades celtíbero-romanas de Uxama, Tiermes y Numancia. 5.-Plaza de Ramón Benito Aceña: de nuevo los sorianos se empeñan en conservar y llamarla por el nombre antiguo de Herradores. Espacio hoy para el cañeo, en ella vivieron los hermanos Bécquer, y Gustavo Adolfo sufrió el dolor del adulterio de su esposa con un forajido. 6.-Santo Domingo: tras subir por Puertas de Pro, con edificios adosados y pespunteados con restos de muralla, un rosetón vigila una bellísima portada. El 'horóscopo vidriado' de Gerardo Diego será testigo de su segunda cita con un Monumento Nacional y con el estilo por definición de la provincia. Merece la pena detenerse: se encuentra ante un conjunto considerado uno de los más equilibrados de la península. Empápese de románico. Quizá llegue la música sacra del convento de las Clarisas (por cierto, las Hermanas cocinan y venden pastas de sabores casi divinos). 7.-Aula Magna Tirso de Molina: la ciudad toma palabras nuevas de la mano Fray Gabriel Téllez, el mercedario que tras el seudónimo de Tirso de Molina escribió títulos como 'El Burlador de Sevilla' o 'Don Gil de las Calzas Verdes'. Acérquese hasta el convento donde viviera, convertido hoy en Aula Magna con sala de conferencias y conciertos. 8.-Instituto Antonio Machado: en él aún se conserva un aula tal y como la encontrara el poeta, impartió clases de francés el sevillano, cuyo busto preside la fachada barroca. Desde él, la calle Aduana Vieja baja hacia la plaza de San Clemente (el Tubo, la llaman) entre arquitectura noble de escudo y balconada. Está llegando a otra plaza de cañeo cuando una ventana de esquina le hará su guiño dividido. Ha dado con otro Monumento Nacional, el Palacio de los Ríos y Salcedo.
9.-Palacio de los Ríos y Salcedo: de factura renacentista y hoy Archivo Histórico Provincial, tiene partida de nacimiento del XVI, y bellos escudos guardan su puerta. 10.-El Collado: centro neurálgico por donde pasean y compran los sorianos, la tradicional arteria principal alberga bajo sus soportales el Casino al que Machado dedicara poema y cafés. 11.-Palacio de los Condes de Gómara: hoy Audiencia Provincial y joya de la arquitectura civil soriana, el equilibrio renacentista de este Monumento Nacional se alza sobre el casco viejo de la ciudad. 12.-Plaza Mayor: para llegar hasta ella intuirá brevemente la calle de la Zapatería -con antiguas casas y palacios-, antes de atravesar el Arco del Cuerno, por el que entraban y salían los toros cuando la plaza hacía de coso. El edificio de enfrente es del XVII, se llama de los Doce Linajes y es el Ayuntamiento. A su lado, el antiguo Consistorio, hoy Centro Cultural, quizá dé la una (si es así, acuérdese de Machado: es el reloj de la Audiencia). La torre del rincón es la de Doña Urraca y la iglesia a sus espaldas, la Mayor, donde Antonio desposó a Leonor. 13.-El Carmen: Iglesia de corte renacentista, la que fuera antiguo palacio donado a Santa Teresa de Jesús muestra sus volúmenes austeros en la plaza de la Fuente Cabrejas. 14,-15 y 16.-Zapatería y Real: arterias principales de la Soria Medieval, hoy luchan por mantener los retazos del viejo esplendor que vieran las casas gótico-isabelinas. En su descenso, una iglesia románica descansa sus ruinas de Monumento Nacional: es San Nicolás, el templo que le diera portada a San Juan de Rabanera y en el que se conservan restos de una pintura sobre el martirio de Tomas Becket. 17.-Concatedral de San Pedro: edificada sobre una iglesia del XII, este Monumento Nacional de fachada plateresca conserva el claustro del templo primitivo, en el que, a pesar de las mutilaciones, late el corazón del más puro románico. 18.-Arcos de San Juan Duero: se trata de uno de los Monumentos Nacionales más originales del románico español y de los más visitados de Castilla y León. Del antiguo convento Hospitalario de San Juan de Acre sólo queda en pie una iglesia del XII y un espléndido claustro con influencias mixtas. Románico, mudéjar y sículo árabe se dan la mano en sus arcos, que suman a su belleza la característica de ser diferentes entre sí. De este modo, el conjunto se traduce en cuatro arquerías de distinto orden, que sorprenden por el entrecruzado y los capiteles esculpidos con la fantasía del medievo. 19.-San Saturio: la ermita dedicada al patrón de la ciudad refleja sobre el Duero una de las más bellas imágenes de la Ciudad de los Poetas. Levantado sobre una roca en el XVIII, el templo octogonal cuenta vida y milagros de un anacoreta de busto negro, al que la leyenda convierte en hijo de un noble visigodo que decidió renunciar al mundo para vivir en una cueva junto al río. De olmos viejos y rayos de luna: En Soria, donde el olmo es viejo y el rayo de luna, confluyeron las consonantes, se le llenaron los cielos de golondrinas y vocales cárdenas, las calles adquirieron métrica de meca literaria: es la Ciudad de los Poetas, la virgen de todo roce, la Soria Sucedida, precisa y exacta que muchos no sabrán cantar, pero consigo llevan... Mas hubo quien lo hizo y supo: plumas que repartieron sílabas y le otorgaron el título de La Bien Cantada. A la boca de la literatura se viene sin remedio una terna de lujo, papel y tinta: Machado, Gerardo Diego y Bécquer subieron a Soria a soñar y hallaron en ella el paisaje íntimo para vivir en cuerpo y letra. Su mano será la perfecta excusa para recorrerla: rincones e itinerarios bajo su auspicio, que servirán para hacer arte, cultura e historia, y también -eso también- para tomar vino, pincho y comida entre lectura y visita. Sobre el Duero:
Llena de referencias y encontronazos rimados, Soria atraviesa de lleno los rincones de los poetas. La noble calle de Caballeros desemboca en una iglesia con cabecera del XVI y un olmo hendido por el verso machadiano. En el camposanto hay flores en la tumba de Leonor, la joven esposa de un poeta que estrenó las cruces del dolor y la muerte en esta ciudad por la que usted pasea. Es el Espino, el alto Espino donde está su tierra. Muy cerca, una colina escruta Soria: convertido en parque, El Castillo tiene vistas a los cuatro costados de la ciudad. El río, Don Gerardo, sigue asomando por las huertas de Templarios. Arriba quedan los restos de la torre del Homenaje, un aljibe... El castillo, Don Antonio, continúa, guerrero y arruinado, sobre el Duero. Literatura condensada: Desde El Castillo, el Duero devuelve reflejos de una roca, una ermita y un paseo. A sus pies, el Soto Playa abre puertas de agua a un itinerario de literatura condensada: el camino arrastra versos de encinares oscuros, cifras que son fechas, una leyenda, un río al que nadie a acompañar baja... Es el Paseo de San Polo, la ribera en la que paginas extensas componen estrofas líquidas. El Monasterio Templario coloca el primer mojón: aquí se inspiró Bécquer para su 'Rayo de Luna'. Dele gusto a la sensibilidad cuando se encuentre en una ermita que se asoma al agua. Suspenda el tiempo en San Saturio... Más allá, tras el delicioso alto de los Arcos de San Juan de Duero y la Concatedral, levante la vista y el paso: el Mirón le hace guiños al Castillo. Son los dos observatorios (altos senos de amor, diría Diego) que acunan en un collado a la ciudad vieja. Suba. Puede hacerlo en coche tomando la carretera de Logroño. Salude a la ermita, los Cuatro Vientos, la curva de ballesta, la Soria Sucedida. Restos de muralla se prolongan hasta el Duero. Tome asiento en los bancos, póngase cómodo. Y mirón.
Si lo tiene a mano, lea el poema que Gerardo Diego dedicó a los Arcos. Si lo prefiere, concédase una nota becqueriana: el monte que tiene enfrente se llama de las Ánimas y por su nombre se cuela sin remedio la leyenda.
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