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UNA COMUNIDAD DE VILLA Y TIERRA |
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UNA COMUNIDAD DE VILLA Y TIERRA
Alfonso I de Aragón vio la necesidad de consolidad un amplio territorio en el entorno de Almazan. Personalmente le interesaba suprimir un obstáculo intermedio que se oponía entre sus dos posesiones de Almazán y Molina: la plaza de Morón a 13 kilómetros de Almazán. Morón estaba encuadrada en el distrito de Medinaceli. En 1129 el rey de Aragón con un gran ejército se presentó en Morón e intentó rendirlo por asedio. Naturalmente no lo consiguió porque presto acudió Alfonso VII a reforzar la villa. El rey aragonés se retiró a Almazán y dejó de intervenir en la Extremadura castellana. Alfonso VII atendió a la realización de obras de fortificación tanto de Medinaceli como en Morón.
Se necesitaba ocupar el espacio máximo posible lo más intensamente que se pudiera. Pero la debilidad demográfica lo impedía. Para ocupar las tierras y ponerlas en explotación era preciso estar cerca de ellas. Existían unos condicionamientos a la hora de establecer el poblamiento. Era necesario conjugar y armonizar dos factores centrífugos: contar con centros muy poblados que pudieran defenderse por sí mismos, e incluso defender a los contornos. Pero la explotación agraria exigía la puesta en cultivo de nuevas tierras cada vez más distantes del núcleo central, y había que vivir junto a ellas.
El marco idóneo para compatibilizar estos dos factores lo constituían las comunidades de villa y tierra. Esta terminología puede resultar anacrónica, pues en los documentos se hace referencias a la villa y a sus términos o a sus aldeas. Atendiendo a idénticos problemas se expandieron estas comunidades por toda la Extremadura castellana.
La comunidad de Villa y Tierra de Almazán ocupaba una amplia superficie, con 9136,64 km2, "era una de las Comunidades de Villa y Tierra sorianas más extensas, la tercera, sólo superada por las Comunidades de Soria y Medinaceli". A su vez estaba cercada por otras Comunidades. Al Norte por la de Soria. Al Este por las Vicarías de Serón y Monteagudo. Al Sur por la de Medinaceli., y al Oeste por las de Berlanga y Fuentepinilla.
La Comunidad de Almazán estaría compuesta de 61 aldeas, que por lo menos están documentadas.
E. P. Gonzalo Martínez Díez cita a 48 aldeas actuales y 24 despoblados conocidos (véase su mapa). Pero creemos que esta afirmación se puede matizar, por lo menos para la época que estamos estudiando. Ello es posible porque contamos con una valiosa Estadística de todas las iglesias que había erigidas en el ámbito del Obispado de Sigenza en el año 1353. Con este punto de referencia podemos diferenciar tres tipos de aldeas:
1) Aquellas que están citadas antes de 1353, pero que no se explicitan en la Estadística,quizá porque se depoblaran. Así: tenemos dos casos: El Bulío y Mazarrones, citados en 1229 al declarar los límites entre las diócesis de Osma y Sigenza. Debieron quedar yermos estos lugares entre 1229 y 1353. El Bulío quedaba muy próximo a Tejerizas y Fuentelcarro, quizá fue absorbida su población por éstos. Mazarrones ocupa una situación montuosa, más apta para pastos que para explotación agrícola. Quizá su abandono se achaque a alguna coyuntura adversa en la segunda mitad del siglo XIII o principios del XIV. Desde entonces se convertiría en lugar de pastos para los habitantes de los pueblos de alrededor que mantuvieron, por largas temporadas, serios litígios por su posesión.
2) Aldeas citadas en 1353, está documentada su existencia. Son la mayoría de las que todavía hoy subsisten.
3) Aquellos pueblos que no están citados en el elenco de 1353, pero se conoce su existencia posterior, algunos como despoblados, y otros todavía ocupados. Nos interesan estos últmos. Son solamente dos: Neguillas y Coscurita. Se puede pensar que por algún motivo ignorado dejaron de incluirse en la Estadística. Más no lo creemos posible, por cuanto la Estadística es muy completa y puntillosa. Más bien opino, como hipótesis sin demostrar, que estas aldeas nacieron en la segunda mitad del siglo XIV o primera del siglo XV, porque existen documentos de principios del XVI en que son citadas. Quizá en unos momentos de expansión económica después de la crisis y recesión del siglo XIV, al aumentarse el terrazgo se realizarían roturaciones que llevarían consigo el nacimiento de estos dos pueblos.
Vemos por lo expuesto que el poblamiento es un fenómeno dinámico, que obedece a las particulares condiciones político-social y económicas, con aparición de nuevos lugares y desaparición de otros buscando unas mejoras condiciones de vida sus pobladores.
Al aparecer la trama de aldeas dispersas por la comarca de Almazán se buscan los emplazamientos más aptos, no se improvisa: "El emplazamiento ha obedecido fundamentalmente a razones histórico-defensivas; sin embargo, los factores geográficos han jugado un papel importante; los pueblos han buscado el fácil aprovisionamiento de agua con la posibilidad de establecer huertas y prados o dehesas; la orientación al Sur y el resguardo de los vientos del Norte". Como ejemplo de, recintos fortificados que posibilitan la existencia de un pueblo nuevo tenemos el castillo de Soliedra y el recinto de Fuentegelmes.
Los ríos y arroyos se convierten en ejes directores del poblamiento. Junto al Duero se sitúan Valdespina, Velacha (próximo a la desembocadura del río Valverde o Mazos), Crespos, Baniel, Almazán y Ciadueña. El río Morón corre rozando Bordejé, Coscurita, Morón, Taroda; y otros afluentes suyos recorren los términos de Borchicayada, Soliedra, Escobosa y Momblona. El río Torete o Bordecorex cruza por Jodra de Cardos, Villasayas y Fuentegelmes. El Izana atraviesa Matamala. Otra intensa retícula de arroyos menores, que reciben nombres específicos por los pueblos que atraviesan,se sitúan junto a otros pueblos. Entre otros muchos tenemos el Valdemuriel en Barca; Pesquera en Balluncar y La Miñosa; del Molinillo en Lodares del Monte; de la Vega en Torremediana y Centenera del Campo; de la Dehesa en Puebla de Eca; o Valdevelilla en Velilla de los Ajos.
Estas pequeñas comunidades de aldea tenían que establecerse en función de la autosuficiencia.
Necesitaban contar con unos terrazgos cultivables después de someterlos a un proceso roturador. El agua era imprescindible tanto para el consumo humano como para el ganado. Además estos arroyos en numerosos lugares daban lugar a pequeñas vegas, zonas más llanas y húmedas que favorecían la creación de dehesas y prados para alimento del ganado bovino, más exigente en cuanto a pastizales. Una reserva de montes, y colinas con vegetación baja o mediana permitía el aprovisionamiento de leña y permitía el aprovehamiento de pastos en ganados menos exigentes, como el ovino. Normalmente en estas comunidades de Villa y Tierra, los montes y pastos eran terrenos de aprovechamiento común de todos los habitantes de la Comunidad.
Consecuentemente con estos principios, las zonas que no se acomodaban a estas características quedaban desocupadas. En la actualidad permanecen inhabitadas. Entre estas zonas tenemos el arco que va por detrás de Nepas, Escobosa, Soliedra, constituye una pequeña cadena de colinas. En las estribaciones de la Sierra del Muedo se nota también un espacio vacío. Otra alineación montañosa que parte en el Suroeste, por Velamazán y Lodares hacia Fuentegelmes y Villasayas tampoco contó con ninguna aldea. Sin embargo el vacío más significativo se encuentra al Norte de la villa de Almazán. Es un amplio espacio de carácter mesetario ocupado por pinares y montes de robles, entre los que destaca las Matas de Lubia. Por lo que hemos comprobado el espacio más densamente ocupado es el de las tierras llanas y de valle, en función de una explotación agrícola.
Poco después de este importante proceso repoblador y con la creación de esta densa red de aldeas fue preciso organizadas administrativamente. No sabemos en qué época tuvo lugar. Quizá siguiendo el modelo de otras comunidades de Villa y Tierra, aquí se dividió el espacio en sesmos, pero aquí solamente se instituyeron dos: el Sexmo de la Sierra y el Sexmo de Cobertelada o de la Tierra Llana. Aunque la separación entre unos y otros parece geográfica, no está tan clara, por cuanto en ambos sexmos existen zonas llanas y montuosas. De todas formas los límites no son muy nítidos. En algunos documentos posteriores se cita a Matute como perteneciente al de Cobertelada, y en otros de la misma época, se incluye en el de la Sierra. Vamos a ver los lugares de la Tierra incluyéndolos en el Sexmo en que pertenecen, si se conoce ese dato.
Sexmo de Cobertelada: Adradas, Almántiga, Balluncar, Borchicayada, Bordejé, Centenera del Campo, Ciadueña, Covarrubias, Cobertelada, Coscurita, Frechilla de Almazán, Fuentegelmes, Fuentelcarro, Jodra. de Cardos, Hontalvilla de Almazán, Lodares del Monte, La Miñosa, Momblona, Santa María del Prado, Sauquillo del Campo, Taroda, Tejerizas, Torremediana y Villalba.
Sexmo de la Sierra: Alentisque, Baniel o Sanctistebaniel, Borjabad, Escobosa de Almazán, Maján, Matamala de Almazán, Matute de Almazán, La Milana, Neguillas, Nepas, Nolay, Perdices, Soliedra, Valdespina, Velilla de los Ajos, Viana de Duero, Algarabel, Almonacid, Valdemora y Velacha.
Pero no todas las aldeas tenian la misma categoría. Por diversos motivos algunas se habían destacado o se destacarían, con el paso del tiempo, más que otras. Además si cotejamos los lugares poblados que Martínez Díez no logra encuadrar en un determinado sexmo, con los datos que nos proporciona el Catastro del Marqués de la Ensenada en el siglo XVIII, nos daremos cuenta que coinciden plenamente, pues en el siglo XVIII correspondían estas aldeas a villas eximidas y se hallaban todas en el régimen señorial (Morón, Moñux, Velacha, Barca, Velamazán, Villasayas, Cabanillas).
Una vez reconquistado el territorio se necesitaba proceder a la organización administrativa civil, pero también a la organización eclesiástica. Se habían restaurado una serie de sedes sin tener límites fijos, tras varios siglos de vacío. No se conocían las demarcaciones y resultaba difícil ponerse de acuerdo a la hora de fijar la jurisdicción de cada diócesis. Se celebraban concilios, incluso se adujeron documentos, algunos falsos al parecer, como la Hitación de Wamba, pero los conflictos no se solucionaban, antes bien se mantendrían encendidos muchos años. La causa es lógica, no se trata solamente de extender el poder territorial sobre un área más extensa, sino también de aumentar las rentas de cada obispado, cobrando más cantidad de diezmos.
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